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Buscar en la noche con la farola opaca ( un doppelgänger)


El amor de las luciérnagas
Alejandro Ricaño
Temporada 2016 en el Teatro Julio Prieto


¿ Qué pasaría si un día cualquiera tropezáramos con nuestro doppelgänger en algún lugar del mundo? 
Alejandro Ricaño da una respuesta singular : le daríamos la vida que ya no nos sirve, como si esta ( las costumbres, las rutinas, los compromisos) fuera un conjunto de prendas del cual podemos despojarnos una vez que ya no nos acomoda. 
Maria Celorio ( interpretada por Sonia Franco , Ana Zavala , Assira Abate - las tres simultáneamente) , quien se sabe norteña exiliada, escritora de cuentos, la que nunca ha ganado un premio literario,  amiga eterna de Lola ( Sara Pinet) o novia de Rómulo (Pablo Marín) un buen día aprende sobre lo intermitente, lo permanentemente contingente : en este instante quiero A pero al mismo tiempo puedo querer B y al poco rato dejar de interesarme A, 
 Acaso sea esto lo que llamamos madurar, sabernos perecederos , morirnos de vez en cuando.
El amor de las luciérnagas es una divertida obra sobre ese proceso de ser adulto, acaso la máquina de escribir que adquirió María no tenga hechizo alguno, acaso sea la escritura la que permite mudarnos de piel en cada letra empuñada o tecleada. El hecho es que de repente María tiene una doppel que retoma la vida que dejó en México y esta María-bis ( que nunca aparece en escena ) logra acoplarse a la rutina de su original. 
¿ Qué le queda hacer a María una vez que su lugar ha sido ocupado? Sería una necia si tratara de convencer a todos que alguien la está usurpando. Sólo Lola está a su lado en Veracruz , en Guatemala o en la línea telefónica. María sigue siendo porque Lola la reconoce como tal, María sigue siendo en esa concatenación de instantes , cuando se asume pasajera ( las tres maletas que aparecen en el escenario le confieren este cáracter errante) , una Diógenes con la farola buscando el amor o buscándose ( los focos de baja intensidad que cuelgan del techo son esa luz opaca, que tiende a ser titilante) . Encontrándose en la mujer a la que Ramón ( Luis Eduardo Yee) dice : " no haremos el amor, él nos hará" ; el hacedor de jaranas que apenas ha rozado su brazo, el que ha guardado esa frase para decirla a una mujer especial ( frase que resulta cliché, gastada, sosa para una literata) y que sí, la ha conmovido. 
Sí, queda el río, el que se ha llevado el taller de Ramón ( y que aún así no le doblega el ánimo ni el amor por sus jaranas)  o en el que ha visto a Rómulo con la doppel. Queda asumir el río como fuente de vida o como destrucción. 











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