Amy ( 2015)
Asif Kapadia
Existen varias razones por las cuales este filme ha resultado ganador del Oscar 2016 como mejor documental.
Parece que Kapadia es el Bruno cortazariano boquiabierto ante Jhonny Carter, muestra a una Amy ángel enfermo, irresponsable , llena de dolor y de talento. En su documental no hay cabida para las condescendencias ni para los altares; es la historia de una chica con un talento enorme y una cantidad de problemas de dimensiones similares, un ser humano endeble y frágil que uso a la música como tabla a mitad del mar sin ser esto suficiente.
Vemos el auge y caída de la niña de voz prodigiosa y con carisma, vemos a la niña eterna ceñida a la figura paterna, codependiente y autodestructiva. Kapadia no se tienta el corazón al mostrar fotografías de la cantante con el rímel corrido y los ojos perdidos o los crueles chistes que le hacían en la televisión inglesa; hace de su ícono un ente cuestionable, carnal, no divinizable.
Elogia su voz, su manera de componer, la forma en que transformaba su dolor en bellas canciones. Alaba lo que es encomiable mediante la voz de otros , desde los amigos hasta Tony Bennett quien la compara con Ella Fitzgerald o Billie Holliday , o el músico que se consideraba una enciclopedia del jazz y termina siendo adoctrinado por Winehouse.
No hay santos ni demonios en las dos horas del documental. Blake Fielder no es satanizado en ningún momento ( tampoco Mitch Winehouse) , eso se deja al criterio del público al mostrar sus declaraciones. Winehouse no es una víctima de sus circunstancias ni fue destruida por la fama; simplemente no tomaba buenas decisiones y no se hacía cargo de éstas. En esto, el director es muy métodico al llegar al terrible final de la cantante, este deriva de una concatenación de desaciertos . Es un final por así decirlo, lógico, no puede ser de otra manera.
Tristemente nunca conocimos a la mujer de la gran voz, sólo a la niña prodigio, la enfant terrible, a la niña cuerpo juguete.
Los hubieras no existen, al final somos un conjunto de fotos y de recuerdos en voz de los que nos quisieron. Sí, también de los que nos quieren al darle play a nuestra canción o al abrir la página de nuestro libro.
Asif Kapadia
Existen varias razones por las cuales este filme ha resultado ganador del Oscar 2016 como mejor documental.
Parece que Kapadia es el Bruno cortazariano boquiabierto ante Jhonny Carter, muestra a una Amy ángel enfermo, irresponsable , llena de dolor y de talento. En su documental no hay cabida para las condescendencias ni para los altares; es la historia de una chica con un talento enorme y una cantidad de problemas de dimensiones similares, un ser humano endeble y frágil que uso a la música como tabla a mitad del mar sin ser esto suficiente.
Vemos el auge y caída de la niña de voz prodigiosa y con carisma, vemos a la niña eterna ceñida a la figura paterna, codependiente y autodestructiva. Kapadia no se tienta el corazón al mostrar fotografías de la cantante con el rímel corrido y los ojos perdidos o los crueles chistes que le hacían en la televisión inglesa; hace de su ícono un ente cuestionable, carnal, no divinizable.
Elogia su voz, su manera de componer, la forma en que transformaba su dolor en bellas canciones. Alaba lo que es encomiable mediante la voz de otros , desde los amigos hasta Tony Bennett quien la compara con Ella Fitzgerald o Billie Holliday , o el músico que se consideraba una enciclopedia del jazz y termina siendo adoctrinado por Winehouse.
No hay santos ni demonios en las dos horas del documental. Blake Fielder no es satanizado en ningún momento ( tampoco Mitch Winehouse) , eso se deja al criterio del público al mostrar sus declaraciones. Winehouse no es una víctima de sus circunstancias ni fue destruida por la fama; simplemente no tomaba buenas decisiones y no se hacía cargo de éstas. En esto, el director es muy métodico al llegar al terrible final de la cantante, este deriva de una concatenación de desaciertos . Es un final por así decirlo, lógico, no puede ser de otra manera.
Tristemente nunca conocimos a la mujer de la gran voz, sólo a la niña prodigio, la enfant terrible, a la niña cuerpo juguete.
Los hubieras no existen, al final somos un conjunto de fotos y de recuerdos en voz de los que nos quisieron. Sí, también de los que nos quieren al darle play a nuestra canción o al abrir la página de nuestro libro.
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