Jhony Bocafloja es un locutor exitoso que cumple cabalmente la función que él en ejercicio autorreflexivo indica " el locutor no es más que un lugar conocido para que la gente se refugie, son felices oyendo el mismo rollo miles de veces, oyendo como esa voz que tanto conocen les dice otra vez el nombre de esa canción que han oído miles de veces" ( 39). Es un punto en el cual se apoya la masa para reconocerse, para dotar de sentido a su vida-eterno retorno. Para que un sujeto se desvanezca en una masa con los mismos gustos, que se ría con los mismos chistes, que incorpore a sus registros musicales a grupos tan " alternativos " como Bauhaus o como The Jesus and Mary Chain, al igual que millones de personas más. Entonces Jhony se descubre ser escuchado tanto por adolescentes enamoradizas como de profesores universitarios, tipos que buscan publicidad gratuita o ¿ por qué no? amas de casa .
Antes de la cultura digital, los radioescuchas nos imaginábamos miles de cosas al oír nuestro programa favorito, cómo sería el locutor , cómo era la cabina. El locutor era un ente todopoderoso capaz de atinar el comentario a nuestro estado de ánimo, seguramente sería guapísimo y con una gran personalidad. En sí, ya era un personaje, por lo que muchas veces permanecíamos pegadas horas al teléfono rogando que nuestro locutor favorito respondiera nuestra llamada, sólo queríamos escucharlo tete a tete.
Del otro lado del teléfono , la sensación en otra y Jhony la describe perfectamente. Jordi Soler desnuda el mundo detrás de las ondas hertzianas. Desde cosas tan inocentes como burlarse del auditorio a ¿ enamorarse? de una radioescucha.
Es el precio de parecer un tribunal de la razón o de ser un oráculo de Delfos, donde el que escucha cree que encontrara todas las respuestas. Por otra parte, a pesar de que los canales de comunicación locutor/receptor en la actualidad están abiertos bidireccionalmente , el receptor tiene la creencia de que el locutor siempre está abierto a escucharlo, a complacerlo.
El locutor se erige como una especie de confesor laico, sino es que hereje. Es muy simple, nunca verá nuestro rostro y nunca sabrá en realidad quienes somos. Entonces, cómodamente el escucha puede construirse un personaje a modo, contrario al locutor cuyo personaje es plano, estático, siempre Mariano Osorio va a ser políticamente correcto y siempre El Panda Show va a ser un pasado de lanza.
De esto se aprovecha la señora Golman. Una mujer de su posición nunca va a perder, nunca va a dejar de ser una buena conciencia, la esposa modelo, la señora con la casa funcionando con ingeniería suiza.
La esposa de outfits carísimos que seguramente se esconde para escuchar al irreverente que pone a Joy Division. ¿ Cómo acercarse a él ? ¿ Cómo acercarse al confesionario?
No es necesario disfrazarse, sólo es preciso construirse un buen personaje, un personaje que es todo lo que ella no puede ser y que hace todo lo que no puede hacer. La buena ( sic) Morgana. Adolescente, rockera, malhablada, hija de familia, rebelde, promiscua, party monster. A Morganita le va sembrando todos sus pecados bajo un halo de inocencia (¿ cómo llegó la flor a mi mano? , se pregunta la morra después de un sueño?) . Pero tanto Mrs. Golman como Morgana pierden a la pareja sin sentir dolor alguno, es más, ambas se sienten liberadas. Esa es la función extra de Bocafloja , liberar de las cargas al auditorio. "Boca " fue el " fósforo que prende la mecha del cohete" en la vida de Anastasia. Ese es el poder del micrófono y a la vez el doble filo que apunta a la yugular a aquellos que hemos estado detrás de uno, con los audífonos y diciendo: corte.
Antes de la cultura digital, los radioescuchas nos imaginábamos miles de cosas al oír nuestro programa favorito, cómo sería el locutor , cómo era la cabina. El locutor era un ente todopoderoso capaz de atinar el comentario a nuestro estado de ánimo, seguramente sería guapísimo y con una gran personalidad. En sí, ya era un personaje, por lo que muchas veces permanecíamos pegadas horas al teléfono rogando que nuestro locutor favorito respondiera nuestra llamada, sólo queríamos escucharlo tete a tete.
Del otro lado del teléfono , la sensación en otra y Jhony la describe perfectamente. Jordi Soler desnuda el mundo detrás de las ondas hertzianas. Desde cosas tan inocentes como burlarse del auditorio a ¿ enamorarse? de una radioescucha.
Es el precio de parecer un tribunal de la razón o de ser un oráculo de Delfos, donde el que escucha cree que encontrara todas las respuestas. Por otra parte, a pesar de que los canales de comunicación locutor/receptor en la actualidad están abiertos bidireccionalmente , el receptor tiene la creencia de que el locutor siempre está abierto a escucharlo, a complacerlo.
El locutor se erige como una especie de confesor laico, sino es que hereje. Es muy simple, nunca verá nuestro rostro y nunca sabrá en realidad quienes somos. Entonces, cómodamente el escucha puede construirse un personaje a modo, contrario al locutor cuyo personaje es plano, estático, siempre Mariano Osorio va a ser políticamente correcto y siempre El Panda Show va a ser un pasado de lanza.
De esto se aprovecha la señora Golman. Una mujer de su posición nunca va a perder, nunca va a dejar de ser una buena conciencia, la esposa modelo, la señora con la casa funcionando con ingeniería suiza.
La esposa de outfits carísimos que seguramente se esconde para escuchar al irreverente que pone a Joy Division. ¿ Cómo acercarse a él ? ¿ Cómo acercarse al confesionario?
No es necesario disfrazarse, sólo es preciso construirse un buen personaje, un personaje que es todo lo que ella no puede ser y que hace todo lo que no puede hacer. La buena ( sic) Morgana. Adolescente, rockera, malhablada, hija de familia, rebelde, promiscua, party monster. A Morganita le va sembrando todos sus pecados bajo un halo de inocencia (¿ cómo llegó la flor a mi mano? , se pregunta la morra después de un sueño?) . Pero tanto Mrs. Golman como Morgana pierden a la pareja sin sentir dolor alguno, es más, ambas se sienten liberadas. Esa es la función extra de Bocafloja , liberar de las cargas al auditorio. "Boca " fue el " fósforo que prende la mecha del cohete" en la vida de Anastasia. Ese es el poder del micrófono y a la vez el doble filo que apunta a la yugular a aquellos que hemos estado detrás de uno, con los audífonos y diciendo: corte.
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